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jueves, 15 de noviembre de 2007

Empresa

jueves, 15 noviembre 2007


Alberto Barranco Chavarría


Amos de México

Bajo la advertencia de no estar todos los que son ni ser todos los que están, acaba de aparecer un volumen que retrata de cuerpo entero a 11 de los empresarios más prominentes del país, bajo el sugestivo título de Los amos de México.

La selección incluye sólo seis de los 10 ricos más ricos que aparecieron el año pasado en las listas emblemáticas de la revista Forbes, con una anotación al calce: "En ningún sentido el libro intenta convertirse en un linchamiento de estos personajes simplemente porque son millonarios".

Se trata, dice el prólogo, de personas con virtudes y defectos comunes y corrientes, potenciados, eso sí, por el poder y la disponibilidad de una enorme chequera.

Las pinceladas son elocuentes.

De Carlos Slim, por ejemplo, se habla de un hombre acostumbrado a hacer "la ronchita" en la rueda de la fortuna: comprar en las vacas flacas; vender en las gordas.

El subibaja llegó, así, en 1982, con la crisis de la deuda del final del sexenio lopezportillista. El magnate adquirió empresas al 1.5 por ciento de su valor contable, pero, justifica el magnate, fui el único que se arriesgó en un mar de desconfianza.

Las facturas fueron de ganga: el 23 por ciento de Firestone en 140 mil dólares; el 40 por ciento de Cigarros La Moderna en dos millones de dólares, y el 36 por ciento de la papelera Anderson Clayton a 38 pesos la acción... con la novedad de que dos meses después se pegaban dividendos de 65 pesos por título.

De Emilio Azcárraga Jean (Las trampas del raiting), se señala un suceso que corría de boca en boca sin llegar a las letras de molde: El accidente en que perdió la vida un hermano de Bernardo Gómez... en un vehículo, procedente de Acapulco, que manejaba el hoy presidente de Televisa.

"Gómez se autoinculpó para evitar une escándalo en torno al hijo del poderoso e irascible Tigre Azcárraga. Desde esa época, relatan los conocedores de este episodio, Azcárraga Milmo desconfió de Gómez, pero su hijo Azcárraga Jean lo ha defendido contra viento y marea".

Del presidente del grupo Bal, Alberto Bailleres, al que se ubica como el segundo más rico de México, se habla de su gusto por mantener en su escritorio dos pequeñas réplicas, una de Napoleón Bonaparte y otra de Mickey Mouse.

El primero, dicen que dice, "es para tener mi ego controlado, porque lo que destruye a los hombres es la soberbia".

El segundo: "Para que cuando vaya a Disneylandia me crea completamente que Mickey es mi amigo. Pero cuando salga de ahí, no se me olvide que ésa fue una fantasía y no puedo vivir de ilusiones".

Del presidente del grupo Angeles, Olegario Vázquez Raña, se recuerda el día en que rechazó una invitación a comer, "pero tú pagas", del entonces presidente electo, Vicente Fox, señalándole que era amigo de Francisco Labastida... por más que al final se harían amigos entrañables, aunque los vínculos serían más profundos con Marta Sahagún.

De María Asunción Aramburuzabala "La heredera que rompió moldes), a quien se ubica como reina de la cerveza, se recuerda que en 1995, un día antes de que su padre muriera de cáncer, dejó a sus hijos en la escuela y se fue a una reunión del Consejo de Administración de la Cervecería Modelo: "Aquí estoy".

El desplante se festejó ruidosamente.

Del banquero Roberto Hernández, autonombrado El villano favorito de Andrés Manuel López Obrador, se recuerda que el 30 de noviembre de 2006, en su último acto como Presidente de la República, Vicente Fox le concedió a su hija, María de Lourdes Hernández de Basoms, una autorización para desarrollar un complejo turístico en la Reserva de la Biosfera Chamela-Cuixmala de Jalisco.

Del ex presidente de Bimbo, Lorenzo Servitje, se alude a que en una de las fichas de la Dirección Federal de Seguridad resguardada en el Archivo General de la Nación, se señala que en la década de los 70's era un prominente miembro del Opus Dei, al que patrocina con grandes sumas. "Los empresarios de la democracia cristiana tienen cada día mayor número de partidarios. Defienden ampliamente la ideología Social Demócrata Cristiana".

Del presidente de Omnilife, Jorge Vergara, se recuerda el día en que compró una distribuidora de Volskwagen en Guadalajara, para tener el gusto de despedir a un funcionario que años antes lo había corrido a él.

Del presidente de Cementos Mexicanos, Lorenzo Zambrano, (El regiomontano discreto), se recuerda que tras estudiar una maestría en Administración de Empresas ingresó a Cementos Mexicanos, donde la envidia lo mandó al exilio, colocándolo en una pequeña planta de Torreón... de donde regresaría victorioso a Monterrey, tras volverla modelo.

Del presidente del grupo Maseca, Roberto González Barrera, se señala que a los 40 años ya era un hombre rico, luego de ser bolero en su natal Cerralvo, Nuevo León; vendedor a los 13 años; perforador de Pemex a los 17; electricista a los 25... para convertirse en dueño y señor de la mayor fabricante de harina de maíz, que producía con tecnología propia, en las postrimerías del sexenio del presidente Gustavo Díaz Ordaz.

Coordinado por Jorge Zepeda Patterson, el libro incluye, entre otras, las plumas de Blache Petrich, Marco Lara Klahr, Alejandro Páez Varela y Jenaro Villamil.

Los amos de México.

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